miércoles, mayo 11, 2005

Yo conduzco, ellos me guían.

Recuerdo que cuando era pequeño, y ya ha llovido algo, (en un país de pertinaz sequía como se decía antes significa que ya voy siendo algo mayor), me fijaba siempre en las pegatinas de los SEAT 124 y de los viejos 600 que veía por las carreteras. No se por que extraña razón siempre tenían las más garrulas, las de la España cañí de siempre, esa España que para bien o para mal ya se ha perdido. Veía y admiraba las del Safari Park de Vergel, las de la ciudad encantada, (de conocerte, la broma siempre fue fácil), las de Cuenca es única, etc., pero mi preferida era la de la Virgen del Pilar, con el lema “Yo conduzco. Ella me guía”.

Esta frase lapidaria me atraía enormemente, por que sinceramente, ya de pequeño, y con la poca fe que tenía a veces, me parecía de lo más irracional. Pero ahora pasado el tiempo, creo que este lema está más de moda que nunca. Por que sinceramente es la impresión que tengo cuando reviso las políticas del gobierno del PSOE en general y de nuestro presidente del gobierno en particular. Ese debería ser el lema de su gobierno. “Yo conduzco, ellos me guían”.

Cuando además escucho las declaraciones de ZP, mucha mayor es la sensación de dejación de la iniciativa del gobierno en manos de terceros que se convierten no solo en guías, sino en verdaderos directores del quehacer del gobierno. Cuando el presidente acepta de antemano el fututo Estatuto de Cataluña, antes incluso de ser redactado, cuando el gobierno deja a ETA entrar en el parlamento Vasco, y se repite que la única condición para sentarse a negociar con ellos es dejar las armas, (ni siquiera se les pide el abandono definitivo de la violencia y al menos una disculpa a las victimas), cuando se acepta una Constitución Europea que deja en una peor posición política a España, en relación con lo conseguido en el tratado de Niza, por que simplemente estaremos en “el corazón de Europa”. Cuando en definitiva todo se fía al “talante”, y nada a la acción política, y cuando esta acción llega, solo es para destruir o deshacer las anteriores políticas del gobierno del PP, mayor es la efecto de pérdida de iniciativa, con lo que conlleva de pérdida de tiempo y de pérdida de capacidad de reacción ante determinados temas que son claves en el futuro. El ya escampará, o el después de mí el diluvio, puede ser una forma de evadirse de la dura realidad, o un recurso fácil, pero en política siempre se paga, o mejor dicho lo pagamos los demás, o los paganos de siempre, es decir los ciudadanos de la calle que no tienen coche oficial.

A largo plazo, la política de aceptar estatutos a la medida de los nacionalistas nos llevará a la secesión tácita de estos territorios. Sin embargo, esa independencia no acarreará mayor libertad a los ciudadanos de los estados soberanos libremente asociados de esta nueva federación ibérica que se avecina, todo lo contrario. Decía el artículo 2º de la constitución liberal de 1812, que “La Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia, ni persona”. Los nuevos estatutos, pero sobretodo la nueva realidad política que se va a imponer en las regiones nacionalistas, (esperemos que en el resto de España no pase lo mismo), es que estas se convertirán en parte del patrimonio de los partidos y de los políticos profesionales. En la Cataluña del Tripartito, (como ya hizo CiU), ya se encargarán de colocar a sus paniaguados en todos los sitios que sean estratégicos, para controlar la “independencia y libertad de la nación”, (catalana por supuesto), ya sea en la dirección de “La Caixa”, o en su nuevo tribunal supremo catalán, ya sea como rector de alguna Universidad, o como director de TV3, ya sea otorgando jugosos contratos de publicidad institucional a los medios afines, o repartiendo el presupuesto a los empresarios que sepan pagar el 3%. El resultado final será un estado catalán elefantiásico controlado por las familias bien de siempre y por los arrivistas que sepan gritar Vixca Catalunya lliure. Lo peor de todo es que, pasadas varias décadas, quizás no tengamos un nuevo Eduardo Mendoza que sepa describir tan bien la ciudad de los prodigios en la que probablemente de nuevo se convertirá Barcelona.

En cuanto al País Vasco veremos como se reproduce el mismo proceso que en Cataluña. Pero desgraciadamente en esa coctelera mezclaremos varias cucharadas de violencia callejera, el exilio de miles de vascos, y en vez del asedio de Bilbao asistiremos al asedio político de Alaba y Navarra. No obstante, la situación del País Vasco puede explosionar, primero por que las tribus vascas (PNV vs. EH) pueden recurrir a la violencia si no saben repartirse el poder, segundo por que el irredentismo sobre todos los territorios que ellos consideran euskaldunes les obligará a seguir manteniendo la presión política, y quizás terrorista, sobre lo que quede de España para conseguir la unificación de Euskalherría.

Este es el diluvio que caerá sobre los paganos de la política del “Yo conduzco ellos me guían”, y de Europa y de la política exterior, ya hablaremos más tarde, por que esa es otra historia…