jueves, julio 14, 2005

Las democracias y las guerras de IVª generación. (i)

Hace unos 2.500 años aproximadamente, (que se dice pronto), Pericles, en su discurso de elogio a los ciudadanos atenienses muertos tras el primer año de la guerra del Peloponeso, citaba, entre los muchos valores de la democracia y de los ciudadanos que vivían en libertad, esta virtud en particular:

“En lo relativo a la guerra diferimos de nuestros enemigos en lo siguiente: tenemos la ciudad abierta a todos y nunca impedimos a nadie, expulsando a los extranjeros, que la visite o contemple pues confiamos no tanto en los preparativos y estratagemas como en nuestro vigor de alma en la acción. (...)”

Han pasado los años, y los países que viven en democracia, tal como la ciudad de Atenas en el siglo V a. J.C., siguen estando abiertos a todos y sigue sin impedirse a nadie, como decía Pericles, que los visite o los contemple, (en todo caso se prohíbe que se queden, pero esa es otra historia). Solo los países totalitarios de distinto signo, son los que mantienen hoy por hoy obstáculos para visitarlos, (y no digamos ya para abandonarlos). Muchas son las ventajas económicas y sociales que implica esta actitud. Que las personas tengan libertad de movimientos para hacer negocios, trabajar, estudiar, aprender, o simplemente contemplar nuestros países nos hace más ricos a los ciudadanos que vivimos en ellos, (en todos los sentidos), que los países totalitarios. No obstante, tal libertad de movimiento implica a la vez una asunción de unos riesgos. Entre ellos debemos asumir que es hasta cierto punto resulta inevitable que terroristas se infiltren en nuestras sociedades, planifiquen atentados, y que por último los ejecuten. Vivimos con esa espada de Damocles encima de nuestras cabezas, y ese peligro no solo se debe a las posibles imprevisiones de los gobiernos respectivos, que pueden descabezar comando jihadista tras otro, sino también al número de comandos dispuestos a asesinar inocentes muriendo. Es una cuestión de probabilidades. A más comandos mayores son las posibilidades de éxito en la realización de atentados terroristas. Por eso mismo muchas veces resulta frustrante, escuchar recurrentemente las acusaciones de imprevisiones de los gobiernos. Principalmente, por que a estas alturas de la historia, prácticamente todos los países de Europa y de Occidente han sufrido atentados de islamistas o de comandos palestinos.