jueves, junio 29, 2006

Nuevas y viejas sombras.

Poco o mucho se podría decir de la actual situación política, poco por lo reiterativa, mucho por lo complicada. Zapatero sigue dando a Rajoy la misma medicina que le dio Aznar en su momento, ya se sabe, pasa totalmente de él, pero hace como que se desvive por recabar el apoyo de la oposición. No obstante, este es el mismo juego de siempre, que padece nuestra joven y débil democracia, las partitocracias reinantes intentan destruir todo signo de oposición, y pretenden alcanzar un congreso de silentes diputados. Vivimos en una sovietización de la democracia, mandan más los secretarios generales de organización que cualquier diputado del congreso.

Todo esto se resolvería con más listas libres y menos listas cerradas, que los votantes votasen a los diputados y no a los partidos, que la ley obligase a realizar primarias, y que la sociedad civil comenzase a tener suficiente aire para poder respirar. Quizás esa es la diferencia entre una verdadera democracia y una partitocracia como la que vivimos. Responsabilidad individual o irresponsabilidad partidista.

La situación en torno a la actual tregua de ETA y del sumario del 11-M se entrecruza cada vez más. Las pruebas que ha sacado el Mundo en los últimos días, evidencian una vez más que existen pruebas de que ETA estaba conectada de alguna forma con los islamistas. Hasta que punto, no se sabe, pero en todo caso, lejos de aclararse, aumenta la sensación entre las víctimas y del conjunto de la población, de que no se ha investigado la posible implicación de ETA en los atentados. Discutiendo con unos amigos de izquierdas hace un tiempo, (que desde luego no estaban nada convencidos de la implicación), me di cuenta de las distancias abismales que se están produciendo entre la población. Por una parte, están las personas conservadoras que no dudan en la existencia de un complot o mano negra entre ETA, ERC, e incluso con el apoyo tácito de los líderes del PSOE, otros, entre los que me incluyo, que aceptan por principio que el atentado del 11-M fue realizado por islamistas, pero que disponen de suficiente información para creer que existen dudas razonables que merecen ser investigadas a fondo, y que desde luego el juez del Olmo y la fiscal no han estado a la altura de las circunstancias, y por último está una corriente de opinión de izquierdas que no aceptan ninguna relación, y que tampoco quieren calentarse la cabeza en ese sentido, fueron los islamistas, y si hubo una relación fue mínima y sin valor.

Yo en todo caso me posiciono de la siguiente forma, se quiera o no, sea plato de gusto o no, el 11-M debe ser investigado a fondo, (por un equipo de jueces, fiscales, policía judicial y técnicos del estado), por que en el sumario y en las investigaciones, así como en muchos de los comportamientos anteriores al atentado, se demuestra que por parte de ciertos mandos de la Guardia Civil, de la Policía Nacional y del CNI hubo numerosas negligencias. Querer encubrirlas, cuando sobre el tapete está el mayor atentado sufrido en Europa, demuestra como mínimo un corporativismo perverso, e incorpora un factor de riesgo añadido a las vidas de los ciudadanos. Cuando la sombra de la duda permanece, el sistema judicial se acabará resintiendo, si ya mucha gente se ríe de la justicia, otra parte va a comenzar a temer de nuevo a las tramas policiales.

Por último reproduzco un comentario del Sr. Manuel Molares do Val, sobre las corrientes del PP. Ni que decir tiene, que esperamos que venza y convenza la liberal, más que nada porque dentro del PSOE, no hay nada parecido, y el futuro movimiento de Ciudadanos de Cataluña pende de un hilo.

Derecha libertaria
Está cada día más claro que el Partido Popular alberga dos corrientes ideológicas que luchan por imponer su influencia en el seno de esa organización, como ocurre en similares fuerzas derechistas de otras democracias: la rama tradicional, y la más moderna liberal o libertaria.
La rama antañona o derechona es bien conocida: defiende las tradiciones y la tutela ideológica religiosa, además de los símbolos de la integridad territorial española, que siente como fuerzas emotivas, incluso metafísicas.
La derecha liberal-libertaria es racionalista: es laica, aunque respeta el catolicismo, librepensadora y mantiene hábitos sociales y personales sumamente independientes.
Está integrada por liberales en lo económico y libertarios en lo social, y acoge entre otros a desengañados del marxismo, ahora librepensadores tras librarse de sus antiguos corsés ideológicos.
Coinciden en este grupo numerosos intelectuales, antiguos socialistas y comunistas, con derechistas laicistas al estilo de los gays del PP y cuadros dirigentes como María Dolores Cospedal, candidata a la presidencia de Castilla-La Mancha, divorciada, independiente y madre soltera por inseminación artificial.
O con sorprendentes liberales radicales como el alcalde y la presidenta de Madrid, aunque se enfrenten entre ellos por dirigir esa facción.
El caso de los gays del PP es llamativo: se casan, pero lo hacen no porque estén de acuerdo con la ley socialista, sino porque es la única forma actual de legalizar su situación. Desean una legislación de parejas equivalente al matrimonio pero, como proponía su partido, sin ese nombre.
Los liberales-libertarios respetan los símbolos de la nación española no por emotividad, sino porque representan la igualdad entre los habitantes de las distintas áreas. No creen que España se rompa con estatutos como el catalán, sino que con ellos desaparece la cohesión de los ciudadanos que evitaba secesionismos grupales.
En todo lo demás, ambas ramas coinciden y dejan un enigma sobre Rajoy, de quien no se sabe si sube o si baja.


De todas formas un último comentario, señor Molares do Val, Gallardón tiene lo de liberal lo de Prieto, es decir, nada de nada. En este tema sigo siendo total y absolutamente católico, y suelo creer que “solo por las obras les conoceréis”. Un tipejo con el ansia recaudatoria e intervencionista como el Sr. Gallardón tiene lo de liberal lo que tenía Roosvelt cuando comenzó el New Deal.