viernes, junio 30, 2006

Tregua y banderas blancas.

Una vez leída la declaración de nuestro presidente, pocos comentarios políticos se le pueden hacer que no se hallan hecho ya. En líneas generales responde al discurso ambiguo y cursi que nos tiene acostumbrados, y dada la actual situación, donde persiste el chantaje de ETA, y los ataques más o menos esporádicos de Kale borroka, también supone un brindis al sol, por que ETA no parece decidida ha optar definitivamente por el abandono de las armas, (y con eso no quiero decir que entreguen varias pistolas y unos cuantos kilos de dinamita). Sin un compromiso más sincero, que debería comenzar por un rechazo total y global de la violencia, y un arrepentimiento de los crímenes realizados por la banda terrorista nada podremos resolver.

Por otra parte, tengo la sensación, (me siento como una Casandra agotada por sus funestas profecías), que nos dirigimos una vez más hacia el mayor de los abismos. La mayoría de la sociedad le da lo mismo lo que pase a largo plazo, mientras pueda seguir tirando en lo económico no habrá ningún movimiento político de envergadura que desplace del poder a la alianza socialista-nacional-secesionista.

No es que el PSOE haya detectado un anhelo de paz, lo que detecta es que la gente cada vez pasa más de todo. Causas de ese pasotismo, múltiples; pereza y desarme intelectual de la mayoría de la población, dejación de deberes políticos ante el panorama de unas partitocracias enquistadas en el poder, sensación de que nada tiene arreglo, etc. Sin ilusiones, la sociedad está desarmada frente a los ataques agotadores de los nacionalsocialistas. Tanto la facción genuinamente liberal del PP, como el movimiento renovador de la izquierda que supone el partido de Ciudadanos de Cataluña, predican desgraciadamente en el desierto.

Finalmente para apuntillar esta sociedad, herida por estos males ya endémicos, está el cinismo del PSOE, dispuesto a aceptar cualquier cosa para mantener parcelas del poder importantes en lo que quede de España, y parte del PP, que se encuentra alucinado y sin capacidad de réplica. Malos tiempos para la democracia. Volveremos al cainismo si no sabemos liberar a la sociedad del pesado yugo de las ideas vacías del estatalismo. Barrer a todos los políticos que se creen acreedores del pueblo parece imposible, pero indudablemente, el primer paso es ganar la batalla de las ideas, donde la democracia y el liberalismo debe derrumbar la cordillera de lo políticamente correcto que se ha impuesto sobre la sociedad.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Muy malos tiempos para la democracia.

lunes, julio 03, 2006  

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